viernes, 27 de noviembre de 2009


Juicio final parte II


Yo, sonriendo


Eran las 6 de la mañana del jueves 26 cuando la voz de Federico Salazar me narraba las últimas desgracias ocurridas. Mi pequeña pero dolorosa cirugía estaba planeada para esa tarde. Asi que valientemente me escondí debajo de las sábanas y en posición fetal deseaba inutilmente que nadie se acordara de mi existencia.

Después de salir de la casa vestida de amarillo para la suerte y sentarme en primera fila esperé al Maestro Eloy para anunciarle que debía salir temprano. Pero al verlo caminar con rápidez, algo molesto, negándole permisos similares a mis compañeros, arrebatándole el proyector multimedia al amable maestro Príncipe y autoproclamándose el "Rey de Bausate" decidí que probablemente lo mejor era esperar otro momento o huir sin ser vista.

Me acerqué a la cátedra de Júaregui, como quien se acerca a la jaula de un hipogrifo y sin pestañear le pedí permiso escogiendo mis palabras con cuidado:" Apreciado maestro, rey de Bausate, pido permiso para salir de clase ya que me van a operar y debo estar en la clínica temprano,! oh calamidad!", dije con voz suave y poniendo el dorso de mi mano contra mi frente en forma teatral.

Fue así cuando en menos de lo que deseaba me encontraba solita sentada en la sala de espera de la clínica. Mentiría si dijera que esta vez intenté huir de nuevo, pues tuve la resignación de los valientes que en el pasado esperaban el momento de ser ahorcados o de los que se morían producto de la peste.

El doctor Cornejo de nacionalidad arequipeña, la doctora Rodríguez/hermana ,descendiente de arequipeños, tuvieron una batalla a muerte contra mi tercera molar que se negaba a separase de mí. Sentía el ruido espantoso del motor y el olor a quemado que venía de mi boca, cientos de manos manipulando mi rostro y hundiéndome en un calor infernal.


!oh dolor! !oh calamidad!


No era como la vez anterior y lo notaba, el enfrentamiento fue más salvaje, aunque un poco menos sangriento. Debido a la cercanía con la garganta y a la cantidad de instrumentos en mi diminuta boca tuve que contener las naúseas y confiar en el doctor bailarín de reggeton.

Después de más de dos horas de lucha mi muela del jucio salió en pedazos. Era el comienzo de la sutura que fue casi tan complicada como la extracción. Era obvio que el doctor Cornejo no había estudiado manualidades, nunca había bordado manteles y que el forado que había dejado mi molar era gigante. Pero tras largos minutos de sudar y maldecir (nada de esto daba seguridad a la paciente), logró suturar la herida y esta vez no puso sus iniciales, sino la primera estrofa del himno de Arequipa.

*El equipo de Natalaya-ness, agradece las muestras de preocupación de los lectores y a pedido de la jefa anunciamos que su recuperación esta siendo más rápida y con menos dolor e hinchazón que la anterior vez. También aprovechamos para recordales que siempre es bueno visitar al dentista por lo menos cada 5 meses.

**Agradecimientos a la Clínica de Estomatología de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega, al Doctor Cornejo, Doctora Rodriguez, al Maestro Eloy Jáuregui y a los ciudadanos de la Ciudad Blanca.

1 comentario:

  1. Gracias Maestro por darme permiso de salir temprano! si, usted es el rey de bausate! jajaja

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